No se dónde me quedé ni donde vivo, no conozco de fechas ni de horarios, sólo conozco momentos, pequeño o largos, en los que puedo encontrarme con tus ojos.
Me hiciste volver, caí, como una estúpida y, frágil, me dejé envolver con tu manta seductora y, ciega, te seguí hasta el fin del mundo. Tenías otro cuerpo, otra vestimenta, pero seguías siendo ese monstruo temible que se esconde detrás de la dulzura.
Te veo solo una vez a la semana, y qué poco tiempo para saciar mi necesidad, mi sed y mi lujuria.
Sueño cada día con vos, ya no sé qué hacer, te veo y me pierdo:
En tus manos, que danzan en el aire al compás de tu voz, tus manos seductoras, frágiles pero firmes, manos suaves y blancas, cómo me gustaría poder tocarlas, tan solo un momento, en un toque fortuito...
...Mientras...
Me siento, te contemplo fijamente, escucho tu voz, que es la melodía más hermosa que puede crear el ser humano, tu voz potente, que no necesita de micrófonos para hacerse escuchar, tu voz áspera, autoritaria, segura.
Tus ojos, hoy color miel, dulces y brillosos, mañana verdes o celestes, fríos y cautivadores.
Para que hablar de tu boca, tus labios finos y tu dientes perfectos, no sabes la sed que tengo de ellos, tan solo un momento, solo uno para poder probarlos, no pido mucho.
Y me maldigo, por qué, por qué siempre debo buscarte, a mi amor imposible, el cual no me deja escapar y del cual no me quiero escapar. Por qué no buscar la felicidad en otro lado, en algún lugar lejano donde seguramente se esconde la mia.
Como una tonta, caigo siempre con la misma piedra, y aun no aprendo a levantarme. Tejo en mis cuerdas vocales palabras de amor que se las lleva el viento camufladas de suspiros. Guardo en mi pecho todo lo que quisiera decirte, pero no me animo.
Soy una cobarde.
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