(Im)productivo.

A veces una persona no sabe la revolución interior que puede causar algo que dice.

 Ella, mi amiga, solo le regaló al viento un conjunto de palabras no azarosas para que yo, o quién las escuche, haga lo que quiera con ellas.

"No me gusta lo que te dijeron porque no es productivo"

Nunca imaginé la magnitud del cambio que se avecinaba ante tal frase...cuando la escuché, la dejé, ahí, a un lado, que junte un poco de polvo hasta que las recuerde, pero poco a poco fueron haciendo eco en mi mente.

Acompañada sólo por mi tranquilidad soplé sobre ellas y las leí bien, eran claras... lo curioso, es que también me dijo que una tiene la costumbre de trasladar, una cosa se aplica a otra y así.

Eso fue lo que hice, trasladé, me di cuenta de que amarte no es productivo porque no es recíproco, y si así lo fuera, tampoco haría nada. Porque esto no lleva a nada.

Me encarcelé yo misma en los brazos de un amor improductivo. Lo bueno es que me di cuenta (todavía no sé si a tiempo) pero esto me permite saber que tengo que girar sobre mis talones y tomar el rumbo opuesto:

Ya no voy a buscar no verte, no te voy a esconder en la oscuridad o tras un velo para que tu imagen me fuera confusa, borrosa. 

No.

 Me voy a embeber de vos, me voy a sumergir en tu propio mar, repetir una y mil veces tu nombre hasta que no sangre. 
Voy a enhebrar tus virtudes y repetirlas a gritos en mi mente... hasta que no duelan.

Acostumbrarme, 
crear una nueva rutina, con vos, pero sin vos. Rebuscar las fotografías desteñidas, desempolvar los recuerdos... y crear otros nuevos, sentir con cada célula mi necesidad de vos, llorar con desesperación tu ausencia, hasta que un día deje de doler, hasta que deje de sentir.

Hasta que las respuestas lleguen sin preguntas. O hasta que las preguntas no necesiten una respuesta.


Alicia.

¿Que siento? creo que ya perdí esa capacidad. Me hice auto-inmune al dolor. 
Estoy cansada de pensar, dar vueltas, tratar de entender. 

¿Para qué? ¿Qué fotograma se agrega o cuál se elimina de la secuencia de la vida con el simple hecho de que yo entienda o no algo?

Me permitía sentir, sólo eso, crear películas imaginarias donde me amabas, fundirme en los sueños con vos y hacernos uno... creía que eso era suficiente. 

Me obligaba a pensar que era mejor tenerte aquí, a mi lado, de una forma ausente, inmaterial, a sentir esa agonía de haberte perdido.

Pero, y me repito nuevamente, ¿cómo se pierde a alguien? ¿a donde se escode o a donde va?. ¿Cómo te encuentro? ¿Dónde está el agujero del conejo blanco que me lleva a vos?

Y me respondo: no me pertenecías, por lo tanto no puedo perderte.

***

La vida está compuesta por eslabones tan débiles como el cristal que encajan de una forma tan perfecta que forzarlos sería superfluo, ella, la vida, no te quiso a mi lado... no ahora.

Quizás estoy tan desesperada por llegar a vos, que buscando perdí, quizás, estoy en el agujero del conejo blanco, pero por mirar sólo tu nuca no me di cuenta de que caí. 

También es posible que no me encuentre con el sombrerero loco o que no tome el té, ni festeje mi "feliz no cumpleaños", a veces, una se pierde en el camino y encuentra algo mejor, con el sabor de lo inesperado. 

¿Cuántas veces hice planes que fracasaron?

Tal vez la clave está ahí, en dejar de hacer planes, dejar de rogar por tu presencia y dejarme llevar, por la vida o por el destino, como sea, seguro tiene preparado para mí algo extraordinario.


Crisis.

La miraba desde lejos e intentaba esquivarla, pero ahí estaba ella, una ágil luchadora que sabe colarse por nuestras costillas y llegar a nuestra cabeza. Se instala ahí, está latente, esperando el momento oportuno para salir.

Y por fin lo hizo.

Hoy se ha dejado ver, se escapó por los poros de mi cuerpo y me sumergió en este estado. Si, sabe llegar en el peor momento, cuando una necesita la mayor fortaleza, pero creo que lo hace por un motivo.

Díganme optimista, pero esa malvada contradictoria viene a dejarnos una enseñanza, cuento con encontrar la mía.

Y estoy acá, buscándole sentido a esto que siento, intentando mitigar mi dolor físico y olvidar las cicatrices de mi alma. 

Todo junto.

Siempre sucede del mismo modo; es gracioso como funciona la vida, no se conforma con enviarnos un problema, sino que pone al límite nuestra paciencia y nuestra fortaleza, una  especie de ley de Darwin aplicada a los sentimientos, acá también prevalece el más fuerte.

Impotencia, 
por no poder ayudar a mi hermana de la forma en que ella se merece ser atendida, por encontrarme en un callejón sin salida con un pequeño cincel buscando desesperada una imperfección en la pared, con el único objeto de fabricar una ruta de escape.

Impotencia por mi también, por no saber pedir ayuda, por ahogarme en mis problemas y no preocuparme por las consecuencias.

Busqué todo el día el llanto, y por fin llega. 
Causando un dolor físico y moral, agónico, pero necesario. Mi propia catarsis. 

Me siento una intrusa en mi cuerpo, mis sensaciones ya no le pertenecen.

Lo único que hago es repetirme que vamos a salir de esto, hermana, lo sé. Sólo espero tener la fortaleza para soportar todo lo que se viene.


Ilusión.

Sin duda la ilusión es lo más hermoso del amor, las cosquillas en la panza cuando está por llegar, la sonrisa que se dibuja en tu rostro cuando sabes que van a estar en el mismo lugar. 

La ilusión, aquella compañera que nos aleja de los brazos de la realidad y nos nutre de una fantasía carente de sentido, aquella creadora de sensaciones que nutre nuestro cuerpo para luego marchitarlo de dolor.

Así fueron mis días, la ilusión tocó mi puerta y le abrí, le di la bienvenida y le ofrecí un café, poco a poco se fue poniendo cómoda y, sin permiso, ocupó todo mi departamento, colgó en la paredes cuadros de falsas esperanzas, llenó las habitaciones con una luz mentirosa, me alimentaba con mentiras...

Y yo le creí, me dejé arrastrar a los sueños descoloridos, sin contornos e insonoros, sonreí ante aquel roce de nuestros cuerpos, (y no paré a preguntarme si fue real o no), te miré una y mil veces a escondidas, aunque lo sabías, me pregunté mil veces si estarás pensando lo mismo que yo. 

Mal interpreté las señales, o quizás no, quizás nunca lo sepa.

Y nuevamente me odio a mi misma, por ser tan cobarde, por necesitar desesperadamente salir de este sueño inverosímil y mirar la verdad  a la cara, y no poder hacerlo por pura cobardía, por no querer sufrir lo que la mayoría de los seres humanos hemos sufrido a lo largo de nuestra vida:

El rechazo.

***

Es gracioso como funcionan nuestros sentimientos, buscan lo más difícil, rehúsan la comodidad y van tras el desafío.

Siempre recuerdo cuando un gran amigo me dijo:
-Pero vos, siempre tras lo mas difícil.

Y así soy, luchadora innata que no teme vestirse con la armadura plateada y ponerse los botines y una calza, salir a la cancha y presentar batalla. Sin embargo, en materia del amor, me convierto en un ser frágil, susceptible ante cualquier atisbo de rechazo.

Me convierto en mi propia enemiga, la cual convive conmigo, anda sus anchas por el tejido que forma mi mente, y nosotras, las dos, junto con la ilusión formamos un trío sombrío y enfermizo que aprendió a llevarse bien.

Quizás, después de todo, no soy esa luchadora, sino un ser humano, frágil para algunas cosas e inmutable para otras. 

O quizás, después de todo, lo que busco en el amor es la eterna vivencia de este mundo de fantasía, colmado de ilusión y que no llegará jamás a su fin, simplemente porque no lo tiene.



Minutos.

Me detengo en cada esquina y te miro, se que no estás, pero puedo verte.

Creí que soñarte era suficiente, en cualquier lugar podía escapar de esta vida en blanco y negro, de las tardes grises y a la falta de sol; con solo cerrar mis ojos abría mi vida hacia un mundo de fantasía que nos pertenecía: a mi y a vos. Tu aroma imaginario me calaba las costillas y reconfortaba mi corazón.

Y repetía que eso me tenía que conformar, porque no hacía falta que vos estés... si de todas formas ya estabas en mi. Quería (quiero) que eso sea suficiente, que caminar por aquellos paisajes creados en mi mente me basten.

Pero no, ahí está el problema de los sueños: que uno se empeña en querer hacerlos realidad.

Y es inútil, porque en esta realidad vos no me perteneces.

Y de repente me doy cuenta que no me puedo mentir, no puedo cubrir mi corazón con un traje de valkiria porque eso no hace que te ame menos. De la misma forma que no puedo convencer a mi mente para que no te extrañe.

Ahí está, la grieta que mi espíritu se niega a admitir, le denegó el acceso e intentó cubrirla con pavimento, pero poco a poco las piedras van saliendo y se deja ver. 

Mi imaginación es insuficiente, muestra una realidad mentirosa, sin colores ni contornos... ni sonidos.

No importa cuánto te piense en las noches, o las veces que me levante imaginando tu sonrisa, no importa que las tardes pasen delante de mi de forma borrosa, o que esquive cada recuerdo.

Todos los días es igual, me siento frente al reloj y miro pasar los minutos como si fueran niños pobres, sucios, desfilando hacia quién sabe donde. Minutos que se pierden en el banco el tiempo y que poco a poco se amontonan esperando que un mendigo o alguna alma solidaria haga algo con ellos.

Y que paradójico, el tiempo se ha convertido en mi mejor analgésico: es a la vez mi aliado y mi enemigo. Me hace bien y me hace mal, porque:

Cada minuto que pasa es un minuto que no te tengo, pero también un minuto menos que falta para verte.












Amor imposible.


No se dónde me quedé ni donde vivo, no conozco de fechas ni de horarios, sólo conozco momentos, pequeño o largos, en los que puedo encontrarme con tus ojos. 


Me hiciste volver, caí, como una estúpida y, frágil, me dejé envolver con tu manta seductora y, ciega, te seguí hasta el fin del mundo. Tenías otro cuerpo, otra vestimenta, pero seguías siendo ese monstruo temible que se esconde detrás de la dulzura.


Te veo solo una vez a la semana, y qué poco tiempo para saciar mi necesidad, mi sed y mi lujuria.


Sueño cada día con vos, ya no sé qué hacer, te veo y me pierdo:


En tus manos, que danzan en el aire al compás de tu voz, tus manos seductoras, frágiles pero firmes, manos suaves y blancas, cómo me gustaría poder tocarlas, tan solo un momento, en un toque fortuito...


...Mientras...


Me siento, te contemplo fijamente, escucho tu voz, que es la melodía más hermosa que puede crear el ser humano, tu voz potente, que no necesita de micrófonos para hacerse escuchar, tu voz áspera, autoritaria, segura.


Tus ojos, hoy color miel, dulces y brillosos, mañana verdes o celestes, fríos y cautivadores. 


Para que hablar de tu boca, tus labios finos y tu dientes perfectos, no sabes la sed que tengo de ellos, tan solo un momento, solo uno para poder probarlos, no pido mucho.


Y me maldigo, por qué, por qué siempre debo buscarte, a mi amor imposible, el cual no me deja escapar y del cual no me quiero escapar. Por qué no buscar la felicidad en otro lado, en algún lugar lejano donde seguramente se esconde la mia.

Como una tonta, caigo siempre con la misma piedra, y aun no aprendo a levantarme. Tejo en mis cuerdas vocales palabras de amor que se las lleva el viento camufladas de suspiros. Guardo en mi pecho todo lo que quisiera decirte, pero no me animo. 

Soy una cobarde.



Resoluciones.

Se acabó el año, en el ambiente hay un olor a pergamino nuevo, sin escribir. Se perciben las ansias de recorrer con prisa, pero con pausa, las horas vírgenes que este año tiene preparado para nosotros.

 Y comienza el 2012 cargado de emociones, dejando atrás sueños inconclusos y generando otros nuevos. Aquí empieza el mío. 

Somos dueños de nuestros actos y de nuestras palabras... y cuando tocaron las doce campanadas decidí que debía hacerme, por fin, cargo de ellas.

Tomé unos 30 minutos para pensar en mi, y pasar en limpio los meses vívidos, o a medio vivir.

La primera resolución que tomé, en realidad la única, fue olvidarte, claro está. 

Me preparé para lo que iba a vivir: las primeras horas del año pasaban rápido, vagué por la ciudad atada a una correa invisible a mis amigos pensando como haría esta resolución realidad.

Se que la fórmula del olvido lleva una pizca de tiempo y 500 gr. de distancia, pero quería ir mas lejos, probar alguna técnica jamás realizada, jugar con la física, la química y tal vez me atrevería a la alquimia.

Me calcé el delantal de cocina y los guantes de científico y empecé a experimentar nuevas tácticas. Quería llegar lejos, tomar decisiones desesperadas, poner todas mis fichas en el tablero y esperar que suceda lo tenía que suceder.

Estaba lista para cruzar el puente, pero lo veía viejo y destartalado. Sin embargo abroché mi campera, levante la vista y con la cabeza en alto di el primer paso:

Lunes 2 de Enero:
-¿Qué es esto? - me preguntaste cuando deposité un papel en tu escritorio,
-Mi renuncia - Te respondí.



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