Volverte a ver.

Creí que finalmente era inmune a tu sonrisa, no la había visto desde hace tiempo y me acostumbré a que fuera solo un recuerdo.

No quiero verte porque me haces daño.

Te odio y te amo, pero sobre todas las cosas te necesito.

Detesto ese sentimiento de extrañarte con cada fibra de mi ser. El vacío existencial que exitió lo que duró tu ausencia. Tu asiento vacío que me repetía que hoy no te iba a ver.

La melancolía de las charlas que nunca existieron. 

Me cree un nuevo yo.  Compartí mas tiempo conmigo y con vos.

Me acostumbré a la nueva rutina de tu ausencia, a no tenerte cerca, ni verme obligada a hablarte. 
Sabía que tu ausencia no era definitiva, pero al menos esperaba estar preparada para cuando llegaras.

Sin embargo, en lo mas recóndito de mi ser, te extrañaba.

Extrañaba tu indiferencia y tu arrogancia.

Extrañaba tu forma de caminar.

Extrañaba como soy cuando estoy con vos.

Tu llegada se acercaba y extrañaba todavía mas. 

Y te miro nuevamente, ahí está tu sonrisa, que me ilumina el alma y la reconforta y no puedo hacer nada mas que amarte.

Defectos.

Continúo caminando en este peregrinaje que parece no tener fin. Inmune a todo lo que no seas vos.


Es una proceción silenciosa, pero sobre todo solitaria. No soy capáz de pedirle a alguien que me acompañe en este duro camino que es el olvido. Solo mi mente y yo.


Quizás esté a mitad de camino, aunque quizás tampoco pasé el primer paraje, es difícil darse cuenta de eso. Creo que los sentimientos del olvido y la plenitud llegarán luego de que me haya encontrado varios meses en ese estado.


El sol me da en la cara, y siento el dolor en carne viva, aún así abro mi manual imaginario e intento continuar con el siguiente paso.


Miro el cielo e intento quitar con mi mente el velo de perfección que te rodea, te bajo del pedestal y te miro como a un humano mas.


Mis pensamientos rodean tu cuerpo, y puedo, finalmente, ver tus defectos.


Tomo nota: Egoísmo, vanidad, egocentrísmo y manipulación.


Defectos insulsos e insignificanes que no tienen peso alguno para estos ojos caprichosos que se niegan a verte de ese modo.


Me enojo conmigo misma y me obligo a odiarte. Ingenua, lo sé.


Sigo buscando en los rincones de tu cuerpo algo más, algo que de verdad me cause repulsión y me aleje de tu lado de una vez y para siempre.


Miro nuevamente tu cuerpo que está a mi lado, pero que se siente tan lejos.


No logro encontrar nada más, me sumerjo nuevamente en el amor hacia esa criatura mítica que creó mi mente y que lejos está de lo que eres en realidad.


Dejo pendiente otro item más de este manual imaginario que aprendí a crear, repaso el camino recorrido, y me doy cuenta que ha pasado mucho tiempo desde que inicié esta travesía, hubo mucho sufrimiento y mucha inseguridad, pero nada duele tanto como darse cuenta que no caminé demasiado, sino que aún me encuentro en el mismo lugar, en el punto de partida.


Darse cuenta que éste dolor no es mas que un ápice de lo que voy a sentir, es solo un ensayo preliminar que se prepara para el trágico final. La pregunta es ¿cuánto tardará éste en llegar?


En realidad no importa...se que no voy a estar preparada para cuando eso suceda.


Volver al futuro.

Si me preguntabás hace un mes atrás si era feliz, probablemente te hubiera contestado que sí.
En verdad lo era, era tu perro faldero, atrás tuyo a cada instante, y vos eras consciente de mi presencia.

Cambió todo y cambié yo. El globo se desifló, la emoción desapareció y me lanzaste un manojo de excusas con espinas que ni tu te creías (con el aparente argumento que no me querías ver mas).

Me saqué la careta de la sonrisa, la puse sobre mi mesa de luz y salí a la vida, con una sonrisa torcida pero la frente alta.

Ingonaraba las miradas curiosas y acusadoras, me dejé enterrar viva en el dolor, en el recuerdo de esas tardes que ahora no son mas que reliquias en el banco de mi memoria.

Te iba a olvidar, me repertía mil veces, era capaz de arrancar de un tirón, duro y preciso, el amor que sentía... que siento.

Me envolví el alma con tus defectos y tiré al mar tus virtudes, con la esperanza que el las lleve lejos.

Me convencí que te había olvidado.

Cambié mi guardarropas y mi rutina. Esquivaba nuestro bar y nuestras plazas para pensarte menos.

Pasé un mes sin verte, sin anhelarte y sin necesitarte.

Mi vida por fin volvía a ser lo que era antes.

Y luego apareciste, como lo haces siempre, un vendabal adornado de fuegos artificiales, payasos y marionetas. Pasaste sin tocar, con una sonrisa de oreja y oreja y los brazos abiertos. Ahí estaba yo, corriendo al encuentro con un sentimiento que era la mezcla perfecta de felicidad y desconfianza.

El tiempo se prolongó hasta la eternidad, cada paso me distanciaba de vos, pero aún así seguía corriendo a tu, a nuestro, encuentro.

Me encontraba a un paso de poder, por fin, volver a tocarte. Tu sonrisa me cegaba el alma, me fundí con tu aroma. Me temblaban las piernas y una línea de sudor recorría mi espalda.

Desapareciste.

Giré mi cabeza buscandote, me paré en seco maquinando lo que acababa de suceder.

Traté de volverme impertérrita.

Nuevamente vírgenes intentos para pensarte un poco menos.

Acá estoy, sumergida en las arenas movedizas de este amor, con cada movimiento me hundo mas en él, pero si no hago nada me quedo estancada en el mismo lugar de siempre. Busco con ansías una cuerda salvadora que me permita agarrarlas con todas mis fuerzas para que me tire hacia la superficie.

Miro el cielo, busco la cuerda pero no está, solo un azul intenso que no se deja interrumpir ni siquiera por una nube.

No pierdo las esperanzas una cuerda, vestida de amiga, vendrá a rescatarme, mientras... permíteme que te olvide.

Te amo.

Hacía mucho que sentía el deseo de sentir ese enamoramiento irracional característico del inicio de un nuevo amor, sentir las mariposas en el estómago, los temblores y calambres asociados a este estado. Claro, no me imaginé que me llegaría a sentir de esta manera.

La primera vez que me di cuenta que estaba enamorada de vos fue cuando por mis mejillas rodaron dos lágrimas luego de un rechazo insignificante. Me habías dicho "no" por primera vez, en ese momento no estaba acostumbrada a tu rechazo, sin embargo luego de ese primer rechazo una catarata de sentimientos surgieron dentro mio.

Estabas - y creo que estás - lejos de imaginar el efecto que producís en mi...

Tengo registro de cada expresión de tu rostro, solo me basta mirarte por un milisegundo para saber como te sentís o que estás pensando. A veces, cuando estás de buen humor me sonreís, me saludás con la mano, y no sabés que ese simple gesto me reconforta y llena mi corazón de un calor extraño que perdura.

Otros días no son tan buenos, y puedo sentir el rechazo sin siquiera haberte visto una vez, como un monstruo invisible que me espera a mis espaldas listo para atacar en el momento mas oportuno. Me lo veo venir, eso es seguro, simplemente no puedo, ni logro estar preparada para cuando él ataca.

Por un momento me siento una cucaracha, después de a poco siento en mi corazón una puntada y puedo escuchar a mi mente debatir de por qué soy tan estúpida de buscar el dolor, en lugar de escapar de él.

Se que busco ese rechazo, ya que es la única manera de escuchar tu voz. 
Te amo, una y mil veces te grito en silencio que te amo.

Aunque no puedas escucharlo, te amo.

Aunque me mates con tu rechazo, te amo.

Te amo, por lo que sos: egoista, con ese carácter ambivalente e impredecible, con tus humos y tu poco humor, con todo, te amo.

Me vas a rechazar cien veces, y ciento una yo volveré a tu lado.  A pesar de que el dolor ya es mi constante compañero y aunque a veces me sorprende con el llanto, te sigo amando.

No me haces bien, y aún así te amo.

Llamame masoquista, lo soy. 

Pero es porque te amo.



El llanto nace en el corazón.


Quizás no te conté como me enamoré de vos: era un día laboral como cualquier otro, aburrido. Estaba sumergida en un sofocamiento que fácilmente podría confundirse con sueño, miraba un punto fijo sin ver nada en particular. Sumergida en ningún pensamiento... necesitaba de vos, y llegaste.

Te acercaste a mi, me miraste, y me dijiste algo en particular. Entonces me presentaste tu voz la cual puedo reconocer en medio de un barullo y la cual -cada vez que me hablas - queda resonando en mis oídos como un eco agónico que no se quiere desprender de ellos; giré mi cabeza y quedé aturdida por un momento, no solo por tu belleza, sino también por tu mirada: penetrante y pura. 

Un instante, es todo lo que tomó para tenerme a tu merced. Desde ese instante me convertí en tu esclava, rogando cada instante que sacies mi necesidad de vos. A la espera que me lances siquiera una migaja de tu tiempo o las sobras de tu aliento, que me bastan y me hacen feliz, o al menos eso creo.

Necesidad de poder verte, no pido hablarte, ni mucho menos tocarte. Necesidad de escucharte, aunque sea en la lejanía, aunque esas palabras no estén dedicadas a mi. 

Me haces tanta falta, y me das tan poco...

Me conformo con poco...

De pronto siento necesidad de llorar, pero el llanto no llega, queda en su punto de partida oprimiendome el pecho y dejándome sin aliento.



Contradicciones.

A veces siento que dentro de mi viven dos personas, con dos sentimientos totalemente distintos, una es racional y estructurada, mientras que en la otra prevalece la neurosis.

En mi mente reina la bipolaridad, por un lado el deseo irracional de abrirle la puerta a este amor ilógico y débil, y por otro, ganas de cerrarla con cuatro candados y arrojarlos lejos en el mar.

Siento estar navegando en el océano, sin rumbo, sin conocimiento del día o la noche, sin bebidas ni alimentos, simplemente un ente transitando alguna ruta, en algún lugar recóveco de la vida, una ruta que no tiene fin, pero que tampoco tiene inicio... o tal vez alguna vez lo tuvo, sólo que estoy tan lejos de la costa que no lo puedo ver.

Alegría y dolor se funden en un mismo sentimiento raro y amargo. Me quedé sin llanto, es verdad, hace tiempo que perdí ese deseo, mi alma ya está acostumbrada a sangrar.

No es una senciación fea, pero tampoco placentera... y cuando siento que por fín eliminé de mi cuerpo la ponzoña de este amor ella vuelve mas fuerte pero a la vez mas frágil que nunca.

¿Me entienden? ¿o soy solo yo la que logra pornerle un mínimo de coherencia a estas contradicciones? Es lo mas probable. Como pedir ser comprendida, si ni si quiera yo misma me puedo comprender. La  vida me dio todas las herramientas para que pueda alcanzar la felicidad, de eso estoy segura, simplemente armé el rompecabezas mal.


Quizá modificando alguna ficha pueda volver a centrar mi vida, solo que no estoy segura de querer hacerlo.
Por un lado me gusta estar así, triste, melancólica y pensativa, me hace recordar que estoy viva y que siento. Pero por otro lado desearía poder descubrir ese sentimiento a través de otros medios, menos drásticos y mas divertidos.

Quizás sentandome en la popa de la balsa, o remando un poco contra viento y marea logre modificar esa ficha y mi vida vuelva a ser algo mas que una mera imitación de felicidad. Se que mi naufragio me lleva a algún lugar, no me preocupa el destino, sino la certeza de que nos estamos dirigiendo al lugar equivocado. En lugar de dirigirnos hacia la familiaridad y la seguridad, nos internamos juntas en la oscuridad. Y no hago nada para modificarlo.

Soy la única responsable de la dirección de la balsa, solo espero darme cuenta a tiempo de que es momento de cambiar de rumbo.






Sueños.

Dicen que los sueños son la representación del deseo mas puro de nuestra alma. Agradezco que sea así.

Se que no puedo tocarte, apenas puedo mirarte por el rabillo de mi ojo rogando con todas mis fuerzas que no te des cuenta de ese hecho furtivo, sin embargo, en cualquier momento del día, haya sol o tormenta, puedo cerrar mis ojos por un momento y hundirme en el maravilloso mundo de los sueños.

Me sorprendo al recordar los mecanismos de mi mente, cuando cierro los ojos y me tocas se que es un acto que sucede solo en mi cabeza; pero es real, se siente real.

Recorres con la palma de tu mano mi mejilla y puedo sentir, primero un choque eléctrico y un poco de calor, luego un hormigueo placentero que dura todo el día.

Se que no puedo tenerte, pero en mis sueños me perteneces en cuerpo y alma, para mi, sólo para mi. Puedo sentir de cerca el dulce sabor de tu piel, el aroma de tu respiración, azucar y vainilla, el olor de tu pelo y se a ciencia cierta que eso es real. Mi mente no los crea, los guarda en un compartimiento que ella tiene luego de un cruce de palabras insignificante para vos y mas tarde los reproduce, un regalo que ella me hace.

Abro los ojos.

Me encuentro nuevamente con la realidad, una realidad cruda y oscura, donde le perteneces a todos, excepto a mí. Siento tristeza cuando recuerdo que es así, que no me quieres y apenas si registras que exito.

Pero me consuelo al recordar que en mi sueños eres sólo para mi. 


Presa.


De repente, mientras transito por este oscuro bosque que parece no finalizar, me convierto en una presa del azar. Deseos contradictorios se pelean en lo mas profundo de mi mente, por un lado el deseo de no verte (y la seguridad que haciendo caso a este deseo por fin podré olvidarme de vos), y por otro lado está este deseo irracional, incomprensible y estúpido que me hace extrañarte y planta la semillita de necesidad dentro de mi, la necesidad de verte...

Bronca, mucha bronca, por permitirme sentir que una palabra tuya, de tus labios, con tu voz y hacia mi, valen tanto como un tesoro enterrado en el fondo del mar.

¿Por qué tiene que ser así?, desearía de todo corazón no haberme convertido presa de mi propio destino, ser libre de transitar cada rincón de la ciudad sin que ninguno de ellos me recuerde tu presencia. Ni me recuerde la felicidad que sentí en esos minutos robados al destino, esos minutos que quedaron en el olvido y pertenecieron a otra persona.

Nunca me amaste, lo sé. Quizás ni llegaste a considerarme tu amiga, entonces ¿por qué sos tan importante para mi?. ¿Por que te amo con cada fibra de mi cuerpo?, y lo sigo haciendo a pesar de ese rechazo tangible que siento. Ese tono que roza la repulsión cuando me hablás no me permite olvidarte. ¿Qué cambió?, al menos antes eras cordial.

Te necesito, como un preso necesita el aire, de esa manera yo te necesito.

Cambiaste y me hiciste cambiar. Pero aún así te sigo amando por el recuerdo de lo que eras, no por lo que sos.

Presa, de tus sentimientos y de los míos. De los tuyos porque son ellos, junto con tu estado de ánimo, los que permiten que ese día yo este bien o mal. Y presa de los míos por permitirme que eso suceda.

Presa, encerrada entre ninguna pared. Presa con alas, pero sin ningún lugar a dónde ir. Presa, aunque mi límite sea el cielo... elijo estar así, porque no se hacer que suceda de otro modo.






Retratos en sepia.

Quise registrar mi memora, vaciarme de esos pensamientos en blanco y negro, difusos, apenas entendibles. Claro no contaba con encontrarme cara a cara con aquello que intento olvidar.

¿Qué hago con nuestros recuerdos? Inclusos los buenos son como un veneno que recorren por mis venas, llegan a mi cerebro, el los reproduce y los devuelve a mi corazón, quién los manifiesta con ese dolor al que ya estoy acostumbrada.

Sin embargo, no estoy segura si los quiero olvidar, cuando mi alma sane, y éstos recuerdos cicatrizados se camuflen con los que ella ya tiene, serán recuerdos valiosos que me recordarán que sobreviví a este desamor que poco a poco me está matando.

Un desamor que mata sin matarme.

Aún asi, suponiendo que no los voy a desechar, no quiero que sean coloridos, los prefiero difusos, sin pormenores. Simplemente reconocer el tono de ellos.

Recordar que no está bueno que mi estado de ánimo dependa del tuyo, recordarlo... solo eso podré hacer, evitar que eso suceda de nuevo es casi tan inevitable como que llueva en invierno.

Enfrentarme a ellos también es una opción, cerrar mi mente, sumergirme en cada uno de ellos para que, luego de mucho sufrimiento, salga a la superficie, nueva, radiante, eufórica. ¿Valdrá la pena?

Mejor dejarlos, quizás un tiempo, a que duelan menos, que no sean coloridos, pero tampoco en blanco y negro.

Retratos en sepia, congelados hasta que pueda hacerme cargo de ellos.


Olvídame.

Quizás no lo expresaste con palabras, pero bastó una mirada. 

Sólo dime cómo? cuál es la píldora mágica que me permitirá sacarte de mi cabeza, aunque sea un segundo.

Tiempo, me dije, te dije. Pero el tiempo no está siendo suficiente.

Siento como, uno a uno, los eslabones de mi alma se van rompiendo, un dolor en el pecho, falta de aire y tal vez comezón. Certeza que éste amor es sólo una ilusión creada por mi mente para distraerme en las tardes. Sin embargo, mi mente funciona junto con el corazón, y él se dejó ilusionar, no comprendía lo que la razón le decía: que este era un amor de mentira.

Dicen que uno no elige el amor, pero irónicamente yo te elegí. Quería sentir mariposas en el estómago anticipándome que te iba a ver, me dejé cautivar con tu sonrisa, con tu pelo y tu andar. Una ilusión, nada más, me repetía. Pero ésta cruzó la imperceptible linea hacia la realidad.

Caos. Bipolaridad.

Tiempo... para qué? si no hace nada. Ni siquiera pasa.

Olvídame - me dijiste.
Cómo? - te respondí.



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