Presa.


De repente, mientras transito por este oscuro bosque que parece no finalizar, me convierto en una presa del azar. Deseos contradictorios se pelean en lo mas profundo de mi mente, por un lado el deseo de no verte (y la seguridad que haciendo caso a este deseo por fin podré olvidarme de vos), y por otro lado está este deseo irracional, incomprensible y estúpido que me hace extrañarte y planta la semillita de necesidad dentro de mi, la necesidad de verte...

Bronca, mucha bronca, por permitirme sentir que una palabra tuya, de tus labios, con tu voz y hacia mi, valen tanto como un tesoro enterrado en el fondo del mar.

¿Por qué tiene que ser así?, desearía de todo corazón no haberme convertido presa de mi propio destino, ser libre de transitar cada rincón de la ciudad sin que ninguno de ellos me recuerde tu presencia. Ni me recuerde la felicidad que sentí en esos minutos robados al destino, esos minutos que quedaron en el olvido y pertenecieron a otra persona.

Nunca me amaste, lo sé. Quizás ni llegaste a considerarme tu amiga, entonces ¿por qué sos tan importante para mi?. ¿Por que te amo con cada fibra de mi cuerpo?, y lo sigo haciendo a pesar de ese rechazo tangible que siento. Ese tono que roza la repulsión cuando me hablás no me permite olvidarte. ¿Qué cambió?, al menos antes eras cordial.

Te necesito, como un preso necesita el aire, de esa manera yo te necesito.

Cambiaste y me hiciste cambiar. Pero aún así te sigo amando por el recuerdo de lo que eras, no por lo que sos.

Presa, de tus sentimientos y de los míos. De los tuyos porque son ellos, junto con tu estado de ánimo, los que permiten que ese día yo este bien o mal. Y presa de los míos por permitirme que eso suceda.

Presa, encerrada entre ninguna pared. Presa con alas, pero sin ningún lugar a dónde ir. Presa, aunque mi límite sea el cielo... elijo estar así, porque no se hacer que suceda de otro modo.






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