Volverte a ver.

Creí que finalmente era inmune a tu sonrisa, no la había visto desde hace tiempo y me acostumbré a que fuera solo un recuerdo.

No quiero verte porque me haces daño.

Te odio y te amo, pero sobre todas las cosas te necesito.

Detesto ese sentimiento de extrañarte con cada fibra de mi ser. El vacío existencial que exitió lo que duró tu ausencia. Tu asiento vacío que me repetía que hoy no te iba a ver.

La melancolía de las charlas que nunca existieron. 

Me cree un nuevo yo.  Compartí mas tiempo conmigo y con vos.

Me acostumbré a la nueva rutina de tu ausencia, a no tenerte cerca, ni verme obligada a hablarte. 
Sabía que tu ausencia no era definitiva, pero al menos esperaba estar preparada para cuando llegaras.

Sin embargo, en lo mas recóndito de mi ser, te extrañaba.

Extrañaba tu indiferencia y tu arrogancia.

Extrañaba tu forma de caminar.

Extrañaba como soy cuando estoy con vos.

Tu llegada se acercaba y extrañaba todavía mas. 

Y te miro nuevamente, ahí está tu sonrisa, que me ilumina el alma y la reconforta y no puedo hacer nada mas que amarte.

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