A veces siento que dentro de mi viven dos personas, con dos sentimientos totalemente distintos, una es racional y estructurada, mientras que en la otra prevalece la neurosis.
En mi mente reina la bipolaridad, por un lado el deseo irracional de abrirle la puerta a este amor ilógico y débil, y por otro, ganas de cerrarla con cuatro candados y arrojarlos lejos en el mar.
Siento estar navegando en el océano, sin rumbo, sin conocimiento del día o la noche, sin bebidas ni alimentos, simplemente un ente transitando alguna ruta, en algún lugar recóveco de la vida, una ruta que no tiene fin, pero que tampoco tiene inicio... o tal vez alguna vez lo tuvo, sólo que estoy tan lejos de la costa que no lo puedo ver.
Alegría y dolor se funden en un mismo sentimiento raro y amargo. Me quedé sin llanto, es verdad, hace tiempo que perdí ese deseo, mi alma ya está acostumbrada a sangrar.
No es una senciación fea, pero tampoco placentera... y cuando siento que por fín eliminé de mi cuerpo la ponzoña de este amor ella vuelve mas fuerte pero a la vez mas frágil que nunca.
¿Me entienden? ¿o soy solo yo la que logra pornerle un mínimo de coherencia a estas contradicciones? Es lo mas probable. Como pedir ser comprendida, si ni si quiera yo misma me puedo comprender. La vida me dio todas las herramientas para que pueda alcanzar la felicidad, de eso estoy segura, simplemente armé el rompecabezas mal.
Quizá modificando alguna ficha pueda volver a centrar mi vida, solo que no estoy segura de querer hacerlo.
Por un lado me gusta estar así, triste, melancólica y pensativa, me hace recordar que estoy viva y que siento. Pero por otro lado desearía poder descubrir ese sentimiento a través de otros medios, menos drásticos y mas divertidos.
Quizás sentandome en la popa de la balsa, o remando un poco contra viento y marea logre modificar esa ficha y mi vida vuelva a ser algo mas que una mera imitación de felicidad. Se que mi naufragio me lleva a algún lugar, no me preocupa el destino, sino la certeza de que nos estamos dirigiendo al lugar equivocado. En lugar de dirigirnos hacia la familiaridad y la seguridad, nos internamos juntas en la oscuridad. Y no hago nada para modificarlo.
Soy la única responsable de la dirección de la balsa, solo espero darme cuenta a tiempo de que es momento de cambiar de rumbo.
En mi mente reina la bipolaridad, por un lado el deseo irracional de abrirle la puerta a este amor ilógico y débil, y por otro, ganas de cerrarla con cuatro candados y arrojarlos lejos en el mar.
Siento estar navegando en el océano, sin rumbo, sin conocimiento del día o la noche, sin bebidas ni alimentos, simplemente un ente transitando alguna ruta, en algún lugar recóveco de la vida, una ruta que no tiene fin, pero que tampoco tiene inicio... o tal vez alguna vez lo tuvo, sólo que estoy tan lejos de la costa que no lo puedo ver.
Alegría y dolor se funden en un mismo sentimiento raro y amargo. Me quedé sin llanto, es verdad, hace tiempo que perdí ese deseo, mi alma ya está acostumbrada a sangrar.
No es una senciación fea, pero tampoco placentera... y cuando siento que por fín eliminé de mi cuerpo la ponzoña de este amor ella vuelve mas fuerte pero a la vez mas frágil que nunca.
¿Me entienden? ¿o soy solo yo la que logra pornerle un mínimo de coherencia a estas contradicciones? Es lo mas probable. Como pedir ser comprendida, si ni si quiera yo misma me puedo comprender. La vida me dio todas las herramientas para que pueda alcanzar la felicidad, de eso estoy segura, simplemente armé el rompecabezas mal.
Quizá modificando alguna ficha pueda volver a centrar mi vida, solo que no estoy segura de querer hacerlo.
Por un lado me gusta estar así, triste, melancólica y pensativa, me hace recordar que estoy viva y que siento. Pero por otro lado desearía poder descubrir ese sentimiento a través de otros medios, menos drásticos y mas divertidos.
Quizás sentandome en la popa de la balsa, o remando un poco contra viento y marea logre modificar esa ficha y mi vida vuelva a ser algo mas que una mera imitación de felicidad. Se que mi naufragio me lleva a algún lugar, no me preocupa el destino, sino la certeza de que nos estamos dirigiendo al lugar equivocado. En lugar de dirigirnos hacia la familiaridad y la seguridad, nos internamos juntas en la oscuridad. Y no hago nada para modificarlo.
Soy la única responsable de la dirección de la balsa, solo espero darme cuenta a tiempo de que es momento de cambiar de rumbo.
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